El Tiempo – Una mirada al feminismo debajo de las sábanas

En la calles, en las redes, en los medios… ¿y en la cama? El feminismo avanza en todos los ámbitos de la vida y gana visibilidad de la mano de movimientos como #NiUnaMenos. Pero, ¿qué pasa cuando traspasa la esfera pública y entra en el dormitorio? ¿Ha ganado terreno en la intimidad? ¿Las mujeres se atreven a exigir de sus compañeros sexuales mayor compromiso con su placer? Y en definitiva, ¿las feministas disfrutan más de la sexualidad?

La psicóloga y sexóloga Viviana Wapñarsky, coordinadora del Servicio de Sexología del Hospital de Clínicas, de Buenos Aires, ve el vaso medio lleno: “A partir de que la mujer ha comenzado a ganar terreno en la sociedad, muchas cosas han cambiado y, por supuesto, en la cama también”.

“El mundo erótico –continúa– se ha construido desde una mirada masculina, utilizando el cuerpo femenino como un objeto. Incluso las fantasías y los deseos tienen una base machista clara. Pero felizmente, estamos en una época donde la mujer ha cobrado un papel mucho más protagónico”.

La especialista explica qué implica ser feminista en la cama: “Se trata de una mujer que es la dueña de sus orgasmos y está orgullosa de eso. No es el hombre quien provee de orgasmos a la mujer, sino que cada uno se hace cargo del suyo. El goce es personal primero y compartido luego con quien se desee”.

En la misma línea, Francesca Gnecchi, licenciada en Comunicación especializada en sexualidad y directora de Erotique Pink, una ‘boutique’ erótica pensada para la mujer, plantea que la igualdad por la que se pelea atraviesa todos los niveles y eso incluye, desde luego, a la sexualidad. “El cambio social que estamos haciendo es parte de nuestro día a día. Se mete con nosotras en nuestras camas. El empoderamiento femenino también es sexual, luchamos por la igualdad en la cama, por nuestro goce, por nuestros orgasmos y por poder disfrutar libremente de nuestros cuerpos tal y como sean”, resume Gnecchi, que trajo a Argentina las películas de Erika Lust, principal referente mundial del porno hecho por y para mujeres.

El primer gran paso

Según los especialistas, el primer gran cambio respecto de la sexualidad feminista es comunicar qué gusta y qué no. Hoy, cuando la vida sexual no es satisfactoria, muchas mujeres que antes callaban, no tienen temor o vergüenza de decirlo. De hecho, son las primeras en proponer cambios o en consultar con un especialista cuando algo anda mal entre las sábanas. “Ellas proponen cambios para no entrar en la monotonía sexual, porque creen (y es cierto) que los varones recurren siempre a lo conocido como una forma de reasegurarse la erección”, sostiene el psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin.

“Tienen muy en cuenta –continúa el experto– que el erotismo se pierde si no se lo enriquece con nuevas acciones: nuevos lugares para tener sexo, mirar películas eróticas, usar juguetes sexuales. Y defienden el derecho a la autosatisfacción como una forma de conexión con su propio cuerpo y sensaciones de placer”.

Un autorregalo de las mujeres que viven su sexualidad de manera libre suelen ser los juguetes sexuales que sirven para aumentar el placer. En ese sentido, Gnecchi, testigo privilegiada desde su tienda, cuenta que “las mujeres nos animamos cada vez más a expresarle a nuestra pareja, que puede ser ocasional o no, y que puede ser un hombre u otra mujer, qué cosas nos gustan; qué prácticas experimentar”. Y para ella, tanto el porno femenino como los juguetes eróticos contribuyen a lograr la igualdad en la cama. Especialmente ahora que, dice, “hay muchas mujeres trabajando en el desarrollo de estos juguetes”.

Una ganancia para ellos

Aunque estos cambios muchas veces generan resistencia por parte de la pareja o compañero sexual –incluso, no son pocos los que se sienten amenazados–, los especialistas destacan que el hecho de que la mujer haya tomado el rol protagónico es positivo para el hombre, porque le saca una enorme presión de encima.

Cuando ellas solo hacían de partenaire del varón durante una relación sexual, toda la responsabilidad del ‘éxito’ de esa relación caía sobre él. Hoy es una responsabilidad compartida. Los buenos y malos resultados (si es posible poner en esos términos a la sexualidad) son de ambos. De eso también se trata la igualdad de género.

“Hoy el feminismo interpela a la virilidad para estar a la altura de las circunstancias. Sin duda, la mujer, al abrir camino en la lucha por sus derechos, obligó al hombre a hacer ajustes en su ‘intocable’ mundo”, opina Ghedin, quien comparte la tesis de que muchos varones se sienten intimidados con los pedidos de sus compañeras de cama. “Sin embargo –destaca el sexólogo– la parte buena de todo estos es que cada vez más hombres se animan a probar otras maneras de estimulación distintas a la penetración”.

“Los hombres se han tenido que adaptar a los cambios y dejar de lado el falocentrismo. El pene ya no es el protagonista, sino el erotismo y el cuerpo en su totalidad. Los hombres que entendieron esto han ganado en placer y disfrutan más”, dice Wapñarsky.

Gnecchi agrega que frente a todo esto ellos “reaccionan igual que como reaccionan al avance feminista en los demás planos: hay hombres que lo toman a bien y optan por explorar junto a la mujer, y otros que se sienten intimidados, que no les gusta que una mujer venga a ‘enseñarles’. Pero si pudieran sacarse esa capa protectora podrían disfrutar mucho más de la sexualidad junto a esta mujer que se atreve a ir más allá de lo históricamente establecido”.

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