Descripción
Obra del artista Dani Juarez
964 impresiones monocromáticas sobre acetato
Tamaño: 140 x 210
USD 3800
Sobre el artista:
Dani Juarez
Estudió en la Escola de Artes Visuais do Parque Lage en Rio de Janeiro, ciudad donde
residió durante 8 años.
Asistió a los talleres de: Orlando Molica (Rio de Janeiro), Fabiana Barreda, Hernán
Marina, Silvia Gurfein y Valeria Maculán.
Artista seleccionado en: Salón Nacional de Artes Visuales 2019, 2016, 2015, 2014,
2013, 2012, 2011, 2010, 2009 y 2008, Salón de Rosario 2017, Salón de Tucumán 2019,
2018 y 2016, Premio Itaú 2020, Concurso UADE 2019, Premio Appetite 2009, Salón
Pampeano 2007 y Premio Platt 2007.
El hombre de la gasa negra
Dormir ocho horas por día, tomar dos litros de agua, ir seis veces por semana al
gimnasio, lavar las manos cada vez que entro en casa, comer un vegetal crudo antes de
cada comida, trabajar alternando (un día pinto o pego papeles, el siguiente es
totalmente digital), vivir y hacer obra en una casa blanca, con sillas blancas, mesas
blancas, lámparas blancas, platos, equipo de música, paredes, cama, cacerolas, todo,
absolutamente todo en color blanco…
Un gusto por lo sofisticado y por lo extremadamente popular, donde se disfruta con la
misma intensidad un libro de Dostoievsky y un programa de masas (digamos Gran
Hermano), en el que una silla de los Eames tiene el mismo valor que una baratija de
Once, y un cd de Miles Davis le pasa la posta a otro de Roberto Carlos en la carrera de
emocionar.
En el reino de mis obsesiones se filtran de forma sistemática dos ejes con los que me
reconozco en el acto de vivir: el miedo y el deseo. La mayoría de las veces llegan
vistiendo las ropas del sexo y la religión.
Me interesan el mundo del sexo y el de la religión por poseer aquella carga
democrática que viene con los rituales mas primarios, por poder ser entendido por
todos a pesar de poseer una infinita cantidad de significados. El sexo y la religión como
espacios fuera de todo tipo de control, los mas alejados de la razón, como fuerzas que
parecen dominarnos.
Como artista me sitúo en el cruce que generan estos mundos: trabajo con la tensión
entre el placer y la culpa.
Como quien reza el rosario una y otra vez, como quien descubre el paraíso en cada
encuentro sexual, en mi producción de obra aparecen los trazos obsesivos con los que
intento dominar mis miedos y deseos, aún sabiendo de lo inútil del intento. Siempre
con la esperanza de que lo que hago me acerque al otro.
Como puso Dostoievsky en boca de Pavlovitch (el hombre de la gasa negra): yo no
puedo materialmente vivir sin un afecto, sin un ser al que adorar.
Sí, adoraré, y seré salvado.
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