Revista OHLALÁ – Francesca Gnecchi: era periodista y dejó su agencia para abrir un sex shop

Francesca Gnecchi: era periodista y dejó su agencia para abrir un sex shop

Pionera en comunicar y naturalizar la sexualidad femenina, Francesca Gnecchi es la fundadora de Erotique Pink: un espacio erótico cultural con sex toys, arte, talleres y eventos.


por

Gisela Carpineta

Francesca Gnecchi es la fundadora de Erotique Pink.

Francesca Gnecchi es la fundadora de Erotique Pink. – Créditos: Sol Schiller


Como si fuese un secreto que había que mantener bajo siete llaves, durante décadas los sex shops se caracterizaron por ser lugares con luces rojas oscuras, escondidos en el fondo de las galerías comerciales y con una mirada del placer íntegramente masculina. Esa fue parte de la realidad con la que Francesca Gnecchi convivió a diario hasta que decidió patear el tablero: dejó en un segundo plano su consultora de comunicación para convertirse en una pionera en comunicar y naturalizar la sexualidad femenina.

Hace seis años creó la marca Erotique Pink y hace dos inauguró su espacio erótico cultural en Palermo. Con un concepto totalmente abierto y a la vista desde la calle, ofrece varias propuestas en un mismo lugar. “Es la única boutique en Argentina que brinda talleres, que es liderada por una mujer y que además tiene una galeria de arte erótico”, resume Francesca. Y dato no menor: acá no solo podés ver los juguetes, sino también agarrarlos, tocarlos e informarte con especialistas.

Del periodismo al emprendimiento

"Es la única boutique en Argentina que brinda talleres, que es liderada por una mujer y que además tiene una galeria de arte erótico"

“Es la única boutique en Argentina que brinda talleres, que es liderada por una mujer y que además tiene una galeria de arte erótico” – Créditos: Sol Schiller

Francesca viene de una familia emprendedora, por lo que ese tema siempre estuvo presente en su día a día. Cuando terminó la facultad, trabajó en agencias de comunicación, y a los 25 años abrió su propia consultora. A la par, comenzó a estudiar el diplomado de sexualidad en Chile: “Siempre me gustaron los temas de sexualidad, el arte erótico, y quería profesionalizarme para escribir como periodista de sexualidad, algo que en Argentina no existía”.

Llegó a tener 15 empleados en la agencia, pero, después de 10 años, sintió que su lado emprendedor necesitaba algo más. ¿La respuesta? Todos los caminos la llevaban a emprender por el lado de la sexualidad femenina.

Un cambio de paradigma

Su inversión inicial fue de 2 millones de pesos.

Su inversión inicial fue de 2 millones de pesos. – Créditos: Sol Schiller

En sus viajes, Francesca siempre recorría boutiques o galerías de arte erótico. Algo súper naturalizado en el mundo, pero no en Argentina. “En algunos países había tiendas que vendían productos, brindaban talleres y tenían una visión abierta de la sexualidad. Amaba eso y pensaba en lo hermoso que sería hacer algo así acá”, afirma.

Ese sueño implicaba arrancar de cero, abrirse camino en un mercado liderado por hombres y definir qué lugar le daría a la agencia. Para eso se reunió con sus “musas” –su hermano Jota y su novia, Dani– y les contó su idea. Le dijeron que siguiera su deseo porque, si lo hacía con amor, podía ser algo muy grande. Y lo hizo.

Sexualidad a puertas abiertas

Hoy Erotique Pink tiene 6 personas son parte del staff fijo.

Hoy Erotique Pink tiene 6 personas son parte del staff fijo. – Créditos: Sol Schiller

Francesca dice que creó Erotique Pink con el objetivo de aportar a la liberación sexual. Por eso, no solo pensó en la venta de juguetes, sino también en talleres y actividades. Primero lo hizo con una tienda online, y en pandemia se dispararon tanto las ventas que se animó a abrir un espacio físico.

Ella es la encargada de la curaduría de todos los juguetes que están en la boutique y, en conjunto con un equipo de sexólogos y especialistas en sexualidad, brindan talleres de diversas temáticas eróticas. Todo esto convive de manera natural con las fiestas mensuales con performance de diversos temas y la gran galería de arte erótico, curada por su amiga, la  artista erótica Lulú Jankilevich.

Ya sea solas o en pareja, por Espacio Erotique Pink hoy pasan más de 1000 personas por mes. “Muchos sexólogos envían a sus pacientes para que puedan modificar su forma de vivir la sexualidad. Otros llegan porque saben sobre nuestra forma de asesorar: no lo hacemos desde un lugar de querer vender algo, sino de realmente escuchar las necesidades y poder ayudar”.

– 2 millones de pesos fue la inversión inicial.

– 6 personas son parte del staff fijo.

– 10 a 12 son los cursos y talleres que da por mes.

– Desde $3000 hasta $70.000 es el precio de un sex toy.

– $28.000 cuesta un succionador, el producto más vendido

¿Cómo lo hizo?

– Creó una comunidad. “Arranqué con una tienda online y un blog. Sumé seguidores rápido porque era la única que daba contenidos de sexualidad y lo hacía de forma natural. Después empecé a dar talleres en bares de Buenos Aires”.

– Usó su experiencia. “Me volvía un poco loca cuando entraba a un sex shop con miles de productos en una vitrina con llave y que, para agarrarlos, tenía que pedirle al vendedor. Había que romper con ese paradigma”.

– Pasó de la virtualidad a un espacio físico. “Era mucho abrir una boutique erótica a la calle y que gritara a los cuatro vientos que era un lugar sex positive. Pero lo hice”.

– Apostó a curaduría propia. “Solo vendo productos premium y que probé. Estamos hablando de salud sexual. Chequeo la calidad, lo visual y la forma de producción”.

El lado B. Hacerse lugar en una industria pensada y dominada por hombres no fue fácil. “Los dueños de sex shops y la mayoría de los fabricantes de juguetes son hombres. Entendí que era muy complicado acceder a comprar ciertos juguetes en Argentina”. Tuvo que hacer contacto directo con las marcas, pero era difícil captar su interés: “Les empecé a hablar como influencer: ningún sex shop tenía alguien que pusiera la cara y comunicara los productos. Eso los sedujo”.

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