Sex Education no es una serie cualquiera. Es una serie que promueve la educación sexual y se hizo a partir de una investigación entre adolescentes del Reino Unido en 2016. Está basada en información real y evidenciable estadísticamente y su guión es tan entretenido como serio. Se trata de esos proyectos que te enseñan mientras te divierten y estas son algunas de las revelaciones que nos dejó a lo largo de sus dos temporadas.
A veces, no hay mejor consejo que el que te da un par. Resulta que en los países de Europa del Norte (Suecia, Noruega, Finlandia, Holanda), esos que tanto admiramos por su nivel educativo, es exactamente así como se organiza la educación sexual. Hay maestros y médicos que dan charlas, pero también hay líderes de curso, pares, formados para dar información de calidad cuando nadie quiere hablar con adultos. En eso, de hecho, se inspira la serie.
Masturbarse no es tan simple. Parece natural, instintivo, pero no lo es. Es el protagonista, el mismísimo Otis, el que descubre que el proceso de explorar el propio cuerpo puede requerir enfrentarse a traumas e historias familiares que, aunque hayan pasado hace mucho, siguen vigentes. A entregarse al deseo, a ceder el control, también se aprende y eso puede costarles más a las personas muy racionales como él.
Una es responsable de su propio orgasmo. Amy Gibbs, la súper sexy compañera de Otis, cree estar dando todo en la cama, pero nunca llega al orgasmo. Tampoco sabe responder a una pregunta muy básica que le hace su amante: “Pero ¿a vos qué te gusta?”. Otis le explica que si ella logra su propio orgasmo sola, entonces luego solo tendrá que duplicar “la coreo” son su chico y el final será feliz. Dicho y hecho.
Existen cosas como las duchas anales. Resulta que con Sex Education muchas nos enteramos de que el miedo a embarrar (¡cuack!) la cancha si practicamos sexo anal era bastante bobo. Eso nos informó Otis a través del consejo que le dio a su entrañable amigo Eric, cuando este le confesó que su principal temor a debutar con un hombre era escatológico. Las duchas anales existen, son lo que conocemos como enemas y sí, se pueden hacer menos profundos y de manera práctica para entregarse más despreocupadamente al placer.
La sororidad es la respuesta a muchas situaciones que nos atormentaron de chicas (y siguen haciéndolo de grandes). Esta serie muestra que la unión femenina es el perfecto antídoto a cosas como la circulación de videos porno privados o el acoso callejero. Tal vez no podamos evitar que estas situaciones nos pasen, pero sin duda son menos traumáticas si sabemos que si tocan a una, saltamos toda, como cuando hacen circular una foto íntima de la más popular. No importa cómo nos caiga la otra: lo que está mal, está mal.
Es inapropiado seguir con gestos románticos cuando alguien ya te dijo “no”. El galán pujante, insistente, que gana por cansancio, definitivamente ya fue. Otis le recomienda a su amigo bancarse la frustración ante una chica que lo rechaza y lo salva del suicidio haciéndole notar que tiene una relación codependiente que se cura con amor propio y fe. “Hay millones de personas en el mundo, una increíble te va a tocar a vos”, es la frase con la que lo invita a cambiar el chip.
Nunca hay que subestimar el poder de la atracción (y de la no atracción) sexual. El forzado intento de debut sexual de Otis con su ansiosa amiga Lily es tan bochornoso como la voluntad de su madre sexóloga por frenar su atracción hacia el plomero. La moraleja es que no podemos forzar ni evitar el deseo por un otro, solo podemos fluir o entorpecerlo.
Los bloqueos sexuales se pueden encarar indirectamente. Algo así intenta explicarle Otis a Lily cuando ella le confiesa que, aunque lo desea con todo su alma, no logra debutar sexualmente porque le duele mucho la penetración. La respuesta psicoanalítica del pequeño aspirante a terapeuta es hacerla bajar una adrenalínica colina en bicicleta. Aunque no es tan simple ni tan lineal, lo que Otis sí logra captar es que la energía sexual fluye en muchas áreas de nuestra vida y es desde ahí desde donde se pueden abordar los problemas.
Una víctima de abuso sexual puede ser la última en enterarse de su trauma. Cuando a Amy un hombre le eyacula en su jean favorito en un autobús, parece enojarse más por cómo el tipo le arruinó el pantalón que por el acoso. Es la aguerrida Maeve la que la arrastra hacia la policía para hacer la denuncia y la que la escolta ante preguntas complicadas. No es que Amy no esté molesta, es que está en shock y eso es algo que recién comienza a comprender en los siguientes capítulos. Este es el proceso usual por el que pasamos muchas mujeres ante situaciones de violencia sexual. Maeve es la que nos enseña cómo debemos reaccionar. •
Sex Education refleja lo que sucede en los colegios
Por Silvina Valente. Jefa de sexología en el Hospital de Clínicas y coautora del libro El superpoder de la educación sexual.
Sex education refleja muchos aspectos para repensar:
- Contempla los temores que emergen hasta en los adultos más capacitados, como en la madre de Otis, que es sexóloga y aun así se siente incómoda abordando situaciones.
- Muestra la falta de capacitación de maestros y directivos para responder a situaciones puntuales, algunas graves.
- Nos ayuda a entender la sexología como una ciencia desprovista de erotismo, que ayuda a guiar a las personas a tomar mejores decisiones, y a no correr riesgos innecesarios.
- Refleja la resistencia del ambiente educativo a recibir profesionales no docentes para realizar esta tarea y cómo prefieren no tenerla o implementarla mal, bajando líneas morales y miedos.
- Permite que padres, chicos y profesores hablen más naturalmente sobre estas situaciones.
Agradecemos a Compañía Argentina de Lockers, Electrica Brand y Erotique Pink por su colaboración en esta nota.