Clarín – Francesca Gnecchi: “Podemos tener etapas sin deseo, y eso no está mal”

La autora del reciente El camino del sexo aborda las causas que ocasionan la falta de deseo, supuesta principal disfunción sexual femenina.

“Suele decirse que la principal disfunción sexual de las mujeres es la falta de deseo. Pero ¿de verdad no deseamos? Y si fuese así, ¿alguien se detuvo a pensar en las razones? ¿No sentir deseo sexual es un problema? ¿Para quién? ¿Y si en realidad no es que no deseamos, sino que nuestra libido está puesta en otro lado?”.

Francesca Gnecchi, periodista diplomada en sexualidad, responde éstas y otras preguntas en El camino del sexo. Un viaje para redescubrir el cuerpo, nuestro deseo y disfrutar en libertad (Ediciones B). Allí hace un recorrido por las causas físicas, emocionales y culturales que derivan en la patologización de la ausencia del deseo sexual en la mujer.

En diálogo con Clarín Gnecchi (en Instagram, @alasparatusexualidad) apuntó a los mandatos, el porno tradicional y la falta de educación sexual.

– La ausencia de deseo femenino tiende a patologizarse, pero, ¿qué otra explicación hay en esto?, ¿dónde puede estar puesta la líbido?

– Una de las consultas que más realizan las mujeres a sexólogos y sexólogas es por la falta de deseo, que en condiciones físicas normales está muy relacionado con nuestras vivencias. Las causas de la falta de deseo son psicológicas: el estrés, la autoestima, la educación tradicional que recibimos, la masturbación como un tabú, los factores de pareja, el desconocimiento.

Tampoco nos enseñaron que el deseo va por etapas, uno puede tener etapas donde no desea y eso no está mal. La educación y lo poco que sabemos de sexualidad hacen que nosotras sin conocimiento pensemos ‘listo, tengo falta de deseo’. Y que en esta etapa no lo tengas no quiere decir que seas una persona con bajo deseo.

Además, las mujeres tenemos un deseo que es reactivo, no espontáneo. El deseo aparece ante determinados estímulos, no aparece de la nada.

– ¿Cuál es la influencia del porno en nuestra sexualidad?

– Nos hizo mucho daño. No se ve mucho el placer de la mujer, en el porno siempre es más buscable el placer del hombre. Las vulvas son todas iguales; el encuentro sexual es siempre coitocentrista; todo es rápido: rápidamente hay erección, rápidamente tenemos deseo; no hay tiempos para la lubricación: un poco de saliva y ya estamos preparadas. Entonces la persona que está con nosotras hace todo eso por la educación del porno y nosotras nunca llegamos al orgasmo.

– ¿Qué diferencias impuso el porno feminista respecto al porno tradicional?

– Primero, los cuerpos no son heteronormados, ni con lolas y penes grandes. Hay diversidad corporal, diversidad en la orientación sexual. Son historias un poco más reales, no es que la mujer está abajo y el hombre arriba buscando su propio placer. Te dan un montón de ideas de otro tipo de exploración; se esperan los tiempos; tiene que ver con una sexualidad mucho más consentida y respetada; hay igualdad en todas las personas que están en el encuentro.

Hay desnudos, hay masturbación, hay sexo oral, pero desde otro lugar.

– ¿Cuál es la importancia del autodescubrimiento, en el marco del desconocimiento a nivel sexual?

– El autoplacer es uno de los temas que las mujeres tenemos mucho más tapados. Cuando vas al sexólogo una de las primeras preguntas que te hacen es si te masturbás, porque demuestra el conocimiento que vos tenés de tu propio cuerpo y del placer.

Con el autoplacer no sólo podemos conocer nuestro cuerpo, poner un espejo y mirar nuestros genitales, sino también qué es lo que nos gusta. Entonces después cuando estás con alguien podés comunicar qué es lo que te da placer y hacer cosas distintas.

– ¿Considerás que esto va a ser distinto para las nuevas generaciones, teniendo en cuenta la influencia del feminismo y la ley de Educación Sexual Integral?

– Sí. Por un lado, está el avance del feminismo y el comenzar a ver el placer de la mujer como algo que está bien, que hay que buscarlo, que no debe estar escondido ni ser tabú, ni algo de lo que no se habla. Por otro lado, cada vez hay más referentes que hablamos de sexualidad en los medios o en las redes sociales. Hay más información y, a mayor información, mayor conocimiento sobre su cuerpo y más lugar para explorar.

Esperemos que en breve sea más amplificado todo lo que tiene que ver con la ley de educación sexual, que está hace años pero no en todos los colegios se da.

– ¿Qué relación existe entre la autoestima y la sexualidad?

– La autoestima es súper importante, está muy relacionada con la baja del deseo. Si nos vemos mal con nuestros cuerpos no queremos tener encuentros con alguien más y muchas veces ni con nosotras mismas.

Además del cuerpo también hay mucha presión por el tema de los genitales, cuando no les gustan a muchas mujeres les da impresión tocarlos.

– ¿Qué nos perdemos al ver a la penetración como único objetivo del acto sexual?

– Estamos muy acostumbrados a la sexualidad occidental, al coitocentrismo. Eso hace que se apague todo lo que es el resto del cuerpo, zonas que son sumamente erógenas que no estamos activando y como que se van durmiendo.

Hacer cosas nuevas y descubrir nuevas áreas erógenas saliendo de lo genital hace que se despierte el deseo.

Si podemos ver todo un cuerpo erótico y erotizarnos desde otro lugar que no sea el coito podemos aprovechar mucho más en todas las etapas de la vida.

– ¿Por qué describís al cerebro como “el órgano sexual más importante de todos”?

– Todo pasa por la mente. El cerebro da las instrucciones para todo el cuerpo. A veces vamos directamente a los genitales sin darle importancia a todo lo que es el momento, la erotización y los cinco sentidos. El cerebro manda todas las señales y todo parte de él.

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