En una interesante nota en la sección Bienestar, Revista Ey, Francesca Gnecchi escribe acerca del tabú de la masturbación femenina y sobre la negación al goce de la mujer. Habla de cómo el no conocerse y no liberarse sexualmente pueden llevar a padecer ciertas disfunciones como la falta de deseo, inconvenientes para llegar al orgasmo, dolores o dificultad para excitarse durante el acto sexual.
La Periodista Diplomada en Sexualidad Humana y Género remarca la importancia de derribar los antiguos mandatos y de que las mujeres realicen citas consigo mismas para autoexplorarse y, consecuentemente, aprender qué les gusta y qué no. Darse la oportunidad de descubrirse y liberarse para disfrutar es el camino para vivir la sexualidad de manera sana y placentera.
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Libres para el goce
Por muchos años, la sexualidad de la mujer estuvo oculta, tanto para la sociedad en general como dentro de la pareja y también en la individualidad de cada una de nosotras. Los encuentros sexuales eran para la reproducción, por lo que si solamente el hombre llegaba al orgasmo, ya podíamos pensar que la finalidad del encuentro se consideraba lograda. Claro está que el placer de la mujer no estaba contemplado. Cuando digo que no estaba contemplado, me refiero a que no lo estaba ni en la pareja ni mucho menos en la intimidad de cada una de nosotras. La palabra masturbación siempre estuvo relacionada con los hombres, pues teniendo en cuenta que es un acto solo para obtener placer y que los únicos que podían obtenerlo eran ellos, para todas nosotras era un tabú.
Encontrarnos para el placer
Cuando comencé a trabajar en todo lo vinculado con la sexualidad de la mujer desde una perspectiva feminista, pude entender que la principal problemática que teníamos estaba relacionada con liberarnos para gozar. Primero siempre están los demás y después nosotras, y la sexualidad no es la excepción. Muchas de las principales consultas de mujeres están directa o indirectamente ligadas al no dejarnos ir, al no liberarnos para obtener placer. Pensemos en las disfunciones sexuales femeninas: en primer lugar, la falta de deseo; en segundo, la dificultad para llegar al orgasmo, dolor o dificultad para excitarse. Todas están relacionadas con la ausencia de placer y todas tienen como principal posibilidad de superación la masturbación, siempre hablando de una persona sana.
La cita con una misma
El autoplacer ayuda a despertar el deseo y, muchas veces, nos hace dar cuenta de que quizás no era falta de deseo sino ausencia del mismo para con nuestra compañía sexual. Por otro lado, en el caso de la dificultad para llegar al orgasmo, en líneas generales, se debe conocer cuáles son nuestros puntos de placer, y podemos hacerlo a través de la masturbación. También puede ser que los conozcamos, pero no lo hablemos con nuestra pareja por vergüenza. Desde que comencé a trabajar en el periodismo de sexualidad, una de mis banderas es el autodescubrimiento, por más que creamos que ya tuvimos varias experiencias sexuales, que ya somos grandes o que solas vamos a ir descubriendo, tenemos que pensar que desde el vamos no conocemos ni cómo lucen nuestros genitales externamente, rara vez nos miramos a un espejo y, en muchos casos, no solemos darnos autoplacer. La cita con una misma, como me gusta llamarla, es un momento para una, para relajarse, estar solas, dedicarnos a mimarnos y a descubrir un poco más sobre nuestra sexualidad. La sexualidad comienza por una y es nuestro deber conocerla.