Revista OHLALÁ! – Huevos yoni: ¿qué son y para qué sirven?

Los huevos yoni son piedras naturales preciosas y semipreciosas de forma ovalada y se utilizan como parte de propuestas dentro de lo que son las terapias de búsqueda personal.

Suele compartirse que los huevos de diferentes cristales pueden traer beneficios de forma física, emocional y espiritual, haciendo foco en el trabajo relacionado a la salud sexual de las personas con vulva.

La práctica nace en la Antigua China y se introduce en nuestra cultura a partir de la ola New Age de las terapias complementarias. 

Esta práctica tomó popularidad en el último tiempo gracias a los feminismos y la noción de empoderamiento que nos acercó muchos conocimientos respecto a la sexualidad femenina y el placer.

Beneficios de los huevos yoni

Expertos en esta terapia complementaria mencionan que su uso frecuente puede aumentar el registro personal con el propio cuerpo, ya que hace puente directo al contacto con los fluidos de la vagina.

También su uso consciente puede darle a la persona mayor registro del útero, ya que todo lo que se coloca en el canal vaginal sensibiliza la musculatura interna, lo que nos da la posibilidad de visibilizar al útero.

Además, trae beneficios vinculado a lo emocional y espiritual, ya que se genera un desarrollo de la consciencia sobre el cuerpo.

La filosofía Taoista, por ejemplo, sostiene que su uso está relacionado con tener una vagina fuerte para aumentar la energía vital.

Esta terapia complementaria, al estar vinculada directamente con la sexualidad nos permite entender nuestro cuerpo más allá de la función reproductiva con la que nos enseñaron los órganos sexuales. Propone la exploración, el autoconocimiento y el descubrimiento del placer como una práctica personal y de amor propio para seguir rompiendo con el silenciamiento y la vergüenza del cuerpo.

Cómo comenzar

Nuestra cultura es muy diferente a la tradición China, por lo cual es importante el acompañamiento de especialistas y guías que se dediquen a este tipo de prácticas. Suele pasar que durante el proceso lleguen dudas, frustraciones o bien pensamientos lindos para compartir. Además, el solo comprar el huevo y colocarlo no va a brindar todas las enseñanzas y la profundidad que te va a dar un guía.

En mi caso lo hice con un grupo guiado por Jesica Ferro Berardi, quien es docente en Respiración Evolutiva y Facilitadora de Respiración circular del Útero. Se trató de un taller completo que hizo que me conectara desde un lugar más profundo con mi cuerpo y, también, con la práctica.

El conocer y adentrarte en la cultura oriental y en las formas alternativas de sanar fue muy liberador para mí. El estar en grupo es especial: sentí la contención de la guía y también del círculo de mujeres del que formé parte.

Se recomienda hacer una consulta previa con profesionales de la salud que conozcan del uso consciente de los cristales para saber si podés realizar la terapia. Los huevos yoni no solo se usan para sanación, sino también para realizar diferentes ejercicios que fortalecen los músculos de la zona pélvica, por lo que ahí también es necesario que tengan una derivación de kinesiología del suelo pélvico.

Mi experiencia con los huevos yoni

Me uní al grupo de Terapias de Autoamor que guía Jesica Ferro Berardi en un momento muy especial de mi vida: acababa de separarme y de haberme abierto en mi terapia a hablar sobre un trauma sexual de mi infancia, por lo que estaba en búsqueda de sanar desde un lugar más vinculado con todo mi recorrido espiritual.

Un día, sin buscarlo, un amigo me habló de Jesi y ahí fue cuando comencé con los huevos yoni.

Compré un huevo de obsidiana como ella me indicó y comenzamos en grupo un taller de varias semanas. En el primer mes estuvimos haciendo meditaciones con el huevo sin introducirlo, más bien para sentir su fuerza y energía y, luego de eso, cada una a su tiempo sintió si estaba o no preparada para hacerlo.

Yo comencé después de un mes y medio. Por la noche colocaba el huevo en el canal vaginal con una intención y ahí quedaba trabajando toda la noche. Al otro día cuando iba al baño salía solo.

Confieso que varias veces me olvidé y tuve que buscarlo en el fondo del inodoro. Hubo dos mañanas en las que no salió, una me asusté y lo saqué manualmente, algo que no recomiendan ya que se supone que si no sale es porque sigue trabajando. La segunda vez lo dejé y salió solo después.

Llevo tres meses usándolo y me siento, por un lado, más conectada con mi vagina y sus procesos desde un lugar mucho más amoroso; por otro lado, con mucha más información y, además, teniendo sueños que anoto para luego analizar, ya que también trabaja desde ese plano.

Siento que esta terapia, junto con muchas que hago como la meditación, el yoga, el tantra requieren tiempo para mostrar resultados, pero en el día a día me hacen sentir saludable, en búsqueda de respuestas desde un lugar muy cálido, amoroso con mi cuerpo y más natural.

Experta consultada: Jesica Ferro Berardi, docente en Respiración Evolutiva, facilitadora de respiración circular del útero IG: @terapia.enautoamorwww.tiendaenautoamor.com.ar

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